jueves, 18 de febrero de 2021

El mal de Corcira - Lorenzo Silva

Pues que os voy a contar era la primera vez que leía un caso de los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro, y mirad he comenzado por el último caso, el décimo. 

Esta nueva aventura está localizada en Formentera. El muerto es un individuo vasco, arrepentido de ETA. En esta ocasión, Bevilacqua es el encargado de iniciar la investigación por su gran experiencia de varios años en el País Vasco. Chamorro, su compañera de aventuras, se encuentra en hospital. 

La gran pregunta ¿fue un crimen pasional o podría tratarse de una venganza por lo que la línea dura de los antiguos etarras consideraría traición?

En la historia el guardia civil va recordando sus primeros años de profesión en plena guerra con el terrorismo.

No se que deciros, es interesante. No se si el binomio homosexualidad (asesinado) y ETA es lo más acertado. Desde mi punto de vista, no hace falta recrearse en algunas escenas y por otro lado, los diálogos soeces, aunque haga que la novela sea más realista, dejan mucho que desear. No se nunca he estado en un interrogatorio, estoy convencida que debe ser muy duro y difícil, pero creo que no hay que perder las formas.

Para mi gusto normal, no se si volveré a coger alguna de las nueve restantes... ya lo podréis ver en el futuro. Esta pareja de guardia civiles me ha gustado y tienen buena química.

Sinopsis

Un varón de mediana edad aparece desnudo y brutalmente asesinado en una solitaria playa de Formentera. Según varios testimonios recogidos por la Guardia Civil de las islas, en los días previos se lo había visto en compañía de distintos jóvenes en locales de ambiente gay de Ibiza. Cuando sus jefes llaman a Bevilacqua para que se ocupe de la investigación y lo informan de la peculiaridad del muerto, un ciudadano vasco condenado en su día por colaboración con ETA, el subteniente comprenderá que no es un caso más.

Para tratar de esclarecer el crimen, y después de indagar sobre el terreno, Bevilacqua tendrá que trasladarse con su equipo a Guipúzcoa, el lugar de residencia del difunto, a una zona que conoce bien por su implicación casi treinta años atrás en la lucha antiterrorista.

Allí deberá vencer la desconfianza del entorno de la víctima y, sobre todo, lidiar con sus propios fantasmas del pasado, con lo que hizo y lo que dejó de hacer en una «guerra» entre conciudadanos, como la que veinticinco siglos atrás hubo en Corcira  —hoy Corfú— y que Tucídides describió en toda su crudeza. Esos fantasmas lo conducirán a una incómoda pregunta que como ser humano y como investigador criminal le concierne inexcusablemente: ¿en qué medida nos conforma aquello contra lo que luchamos?

 

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