Colnaghi, magistrado, es un
hombre justo, que lleva una vida sacrificada y solitaria en pos de la búsqueda
de la sociedad perfecta que desea. De fuertes convicciones religiosas y amante
de la humanidad, su trabajo le hace estar en contacto con aquellos a los que no
comprende, no justifica pero aún así no teme.
He recogido un párrafo en que el protagonista, Colnaghi, tiene una conversación con un amigo de los años de universidad. Para mi gusto no tiene desperdicio. Su conversación gira entorno al hecho del cómo una persona se convierte en asesino, en terrorista, y otros no:
- ¡Pero qué ideas son esas! Porque no somos solo el lugar de procedencia o la familia en la que crecemos, porque somos libres, coño, y tú has elegido libremente ser una persona mejor. -Colnaghi lo miró impresionado mientras Doni sacudía la cabeza-. Esa es la diferencia entre nosotros dos. Tú quieres entenderlos a toda costa. Por otra parte, eres así, hablarías hasta con el diablo en persona con tal de convertirlo. En cambio, yo atiendo a los hechos. Llámame cínico, si quieres, pero es así. ¿Son criminales? Lo son.
Una novela basada en hechos acontecidos en una época muy dura en la Italia de los 80 del siglo pasado. Muy humana y delicada. Me ha encantado.
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