Que os voy a contar de este libro, me ha encantado. Diferente, refrescante, "al pan, pan y al vino, vino", habla de valores sin tapujos, con claridad y transparencia. Días después de terminar la novela mirad lo que me encuentro: https://www.youtube.com/watch?v=QDtdo-sV7To con esta facilidad con la que habla, se expresa, así es su libro, es ella.
Sinopsis
es de esa tierra naranja de donde venimos, que ese manto de esparto que no acaba nunca
es lo que eres. Tendré que explicarte lo que es un Pueblo y sabrás que el nuestro está
atravesado por tres realidades: la ausencia total de relieve, el Quijote y el viento. Tendré
que recordarte que eres nieto de familia postal, bisnieto de campesinos y feriantes,
tataranieto de carabinero exiliado y de quincallera, y que sientas entonces que eres heredero
de una raza mítica».
Unos, feriantes, quejándose de que cada vez tenían más trampas y menos perras, porque
a medida que la vida se convertía en una feria —la de las vanidades—, la auténtica feria
dejaba de tener sentido. Los otros abuelos, campesinos, le transmitieron el arraigo mágico
de la tierra. Y fue ese abuelo el que la llevó un día a un almendro y le dijo que lo había
plantado él, así que pa ella era su sombra.
Feria es una oda salvaje a una España que ya no existe, que ya no es. La que cabía en la
foto que llevaba su abuelo en la cartera con un gitano a un lado y al otro un Guardia
Civil. Un relato deslenguado y directo de un tiempo no tan lejano en el que importaba más
que los niños disfrutaran tirando petardos que el susto que se llevasen los perros. También
es una advertencia de que la infancia rural, además de respirar aire puro, es conocer la
ubicación del puticlub y reírse con el tonto del pueblo. Un repaso a las grietas de la
modernidad y una invitación a volver a mirar lo sagrado del mundo: la tradición, la estirpe,
el habla, el territorio. Y a no olvidar que lo único que nos sostiene es, al fin, la memoria.
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